Saturday, March 10, 2007

Bajo el cielo estrellado del sudoeste francés...





A veces me pregunto cual es la verdadera necesidad que nos empuja a buscar la comunicación con los demás,desde un punto de vista científico,habrá quien se acuerde del viejo,y hoy ampliamente discutido, Charles Darwin,y venga a sugerir que en lo fundamental,la comunicación es un rasgo evolutivo de la especie humana,ya que en ese ambiente inhóspito y amenazador de aquellos tiempos remotos, en los que se buscaba el calor corporal dentro de la penetrante humedad de la caverna,el instinto de supervivencia humano, en su evidente inferioridad física, situó la necesidad de ser más listo que sus depredadores,y en su desventaja física nace la necesidad de unión,y esta lleva pareja la necesidad de comunicación,hasta aquí una muy rudimentaria argumentación desde el punto de vista científico.
Continúo con mis elucubraciones si me lo permitís.

Una comunicación que se cimentaba en cuestiones meramente pragmáticas,es decir,sobrevivir.
A medida que esta comunicación se va haciendo compleja,el pragmatismo va perdiendo terreno sobre lo simbólico,y lo tangible y material sobre lo abstracto e inmaterial.Cuando se va pasando gradualmente de ser acosado a ser el acosador, la comunicación ha de ser reinterpretada,la comunicación que al principio se utilizaba para transmitir prioritariamente,miedo,inseguridad,etc, ha de ser recodificada para incorporar,sin perder lo anteriormente registrado,sensaciones como dominio,seguridad,y cuando uno empieza a preocuparse menos por las amenazas de afuera,comienza a preocuparse más por si mismo.
La angustia ya no monopoliza los sentimientos,los va dejando fluir lentamente hacia la conquista de nuevos territorios...vamos a reencontrarnos por unos momentos con nuestros ancestrales parientes.

Hace frío ahí afuera...el joven Cro-Magnon está en la que hoy es conocida como la región de Dordogne,y su cueva exáctamente en Les Eyzies,sudoeste de Francia.
En esa fría e interminable noche invernal con el cielo plagado de millones de estrellas,entre acantilados y bosques de castaños...unos ojos buscan una silueta familiar en la penumbra de la cueva,piensa en esa compañía que le aporta seguridad...y algo más que no sabe lo que es,pero le gusta contemplar desde el mismo rincón de la caverna,noche tras noche,la misma silueta camuflada en la oscuridad...su cerebro de forma imperceptible ya está diseñando la forma de comunicar eso que siente al contemplar la silueta y que le hace sentir bien,no solo por una sensación de seguridad...por algo más.

Tal vez una de esas noches,ese hombre curtido de cicatrizes y mugre,se acerque a esa silueta y, sin saber muy bien porqué,levante la mano para señalar con el índice hacia arriba,y cuando los ojos de su compañera de caverna se dirigan hacia el punto señalado,contemplarán que allá arriba,en la lejanía,cuando la noche hace acto de presencia,hay una cosa grande y brillante que ilumina sus rostros,y quizás descubra en su compañera una sonrisa iluminada por la magestuosa luna llena que están contemplando,casi con total seguridad él la responderá con otra sonrisa.

Ninguno de los dos lo sabe,pero el cerebro,a partir de ese momento, ya estaba creando todo un proceso comunicativo,a partir de una luna llena,dos sonrisas en la penumbra...y unas miradas que curiosamente, y justo en ese instante,no estaban contemplando la luna...solo se contemplaban a si mismas, como si nada más existiese,solo ese momento inmortal,solo esas dos miradas perdidas para siempre en el tiempo,debió de ser ahí,rodeados de helechos con escarcha, en una fría y limpia noche de invierno de hace 30.000 años... bajo el cielo estrellado del sudoeste francés...en una comunicación íntima,...la luna ya hizo su trabajo...y el resto,estaba en sus manos...