El placer de no hacer nada...

¡Sal de casa maldito!
Todo un puente por delante... para no hacer nada.
Lo primero que me viene a la cabeza es...no hacer nada.Pero inmediatamente soy consciente de que mi propósito es casi imposible.¿Por qué? pués sencillamente, por que no hacer nada es uno de los retos más difíciles de afrontar en esta bendita sociedad de consumo y del bienestar.
Desde cualquier ámbito,se te invita cortésmente a que hagas algo,puedes ir a ese centro comercial que aparece en una docena de catálogos sobresaliendo de tu buzón,puedes ver la tv...si,si,me consta que para muchos, esto es igual que no hacer nada.Puedes ir al gimnasio para evitar que esos quilitos de más empiezen a multiplicarse...ya sabes,cosas de la estética.
Puedes diluirte,por partida doble, en uno de esos macrobotellones tan en boga últimamente,ya ves...ni los ámbitos políticamente incorrectos están dispuestos a que te eches a perder en tu casa sin hacer nada.
¡Sal de casa maldito,haz algo! ¡el aburrimiento es cosa de necios!
Parece que el binomio no hacer nada = aburrimiento se ha enquistado en nuestra conciencia como un axioma y por lo tanto es un planteamiento que no admite discusión.
Quién no duda de la veracidad de tal planteamiento,es por que en realidad no sabe no hacer nada.Si,admito que no es fácil saber no hacer nada.
Proponedle a alguien que sepa muchas cosas,que de repente se proponga un fin de semana, no hacer nada,como mínimo puede sufrir una crísis de ansiedad,incluso puede pensar, que tú no estás muy bien de la azotea.
Parece claro,que cuantas menos cosas sabes hacer,más fácil resulta no hacer nada,pero en contrapartida,quienes se hallen en esta situación, no saben disfrutar de no hacer nada,precisamente por que no saben mucho...en fín,no nos liemos.
Si,de vez en cuando quiero entregarme al sublime placer de no hacer nada...si,ya lo sé,no es nada fácil.